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LAS ALMOHADAS

ALMOHADAS

La almohada es casi tan importante para nuestro descanso como el colchón.

 

Una almohada puede provocar que sus dolores cervicales se acentúen o, por el contrario, contribuir a que remitan. ¿Cómo saber cuál es la adecuada? Los expertos aseguran que es un producto muy personal y que su elección debe realizarse en función del colchón donde se duerma habitualmente. La nuca es una zona muy sensible porque soporta la parte más importante del cuerpo, por lo que acumula una gran tensión. Tan personal es su elección, que dos personas que comparten cama pueden necesitar almohadas distintas.

Uno de los mitos que giran en torno a las almohadas es que es más sano dormir sin ellas. Sin embargo, la cabeza necesita un apoyo para que la columna vertebral permanezca en su posición natural y no quede sometida a ningún tipo de tensión.  Incluso durmiendo boca arriba, tampoco es recomendable prescindir de la almohada, porque el cuello, al relajase, termina rotando en un sentido u otro, lo que puede acabar produciendo un espasmo muscular.

A la hora de asesorar sobre los mejores tipos de almohada, todos los expertos coinciden en que es un apartado totalmente personal. Cada individuo duerme de una manera distinta y no todos tenemos las mismas dimensiones. Lo más importante es que la posición del cuello no sea forzada ni hacia delante ni hacia abajo. La almohada debe adaptarse a la comodidad del individuo.

En individuos jóvenes y sanos, lo más adecuado es descansar en una almohada no excesivamente gruesa, mientras que en personas con lesiones artrósicas de columna cervical, la almohada debe ser lo más fina posible.

Es importante tomar conciencia de que un descanso incorrecto, puede provocar importantes deterioros en la columna vertebral, alterar la elasticidad de la musculatura y disminuir la capacidad de concentración y rendimiento. Por ello, conviene seguir algunas recomendaciones para las dolencias de la espalda:
Si duerme boca arriba.

 Se recomienda una almohada relativamente fina. Ésta debe asegurar que la columna cervical forma con la columna dorsal el mismo ángulo que al estar de pie. Una almohada excesivamente ancha tendería a provocar que el cuello se flexionase exageradamente hacia delante, mientras que dormir sin almohada tendería a hacer que el cuello estuviese en hiperextensión. Mantener durante horas estas dos posturas facilitaría la aparición de contracturas cervicales.

 

Si duerme apoyado sobre un hombro.

 Se recomienda una almohada gruesa. Debe mantener el cuello en el eje de la columna dorsal, asegurando que no caiga ni rote.

 

Dormir boca abajo.

 No es recomendable. Al hacerlo se suele modificar la curvatura de la columna lumbar y para poder respirar debe mantenerse el cuello girado durante varias horas. Si no se puede dormir en otra postura, debería intentar hacerlo ligeramente de costado. Por ejemplo, si se girase hacia el lado izquierdo, debería flexionar la cadera y la rodilla derecha, aun manteniendo estirada la izquierda, y procurar girar los hombros y adaptar la forma de la almohada a su cabeza, de modo que la postura relativa del cuello en relación a la columna dorsal fuese lo más parecida posible a la que se forma cuando estamos de pie.

Si no se está seguro de la posición en la que se duerme, los especialistas recomiendan seleccionar una almohada que tenga un alto grado de flexibilidad, es decir, lo suficientemente esponjosa para que se acomode a diferentes posiciones. Las almohadas de relleno natural tienden a tener esta cualidad.

Cuando se cambia de cama es conveniente probar la almohada de siempre con la nueva cama, ya que el grosor del nuevo colchón podría ser diferente al viejo, lo que tendería a provocar un desajuste con el grosor de la almohada y una curvatura desaconsejada de la espalda, en ese caso, cambiar de almohada sería lo más aconsejable. Pero si no hay cambio de cama de por medio, los especialistas aconsejan mantener siempre la misma almohada.

La almohada es algo muy personal ya que hay personas que sufren habitualmente dolores cervicales y llevan su propia almohada en la maleta cuando viajan. Es muy común el hecho de que cuando uno duerme en una cama que no es la habitual sufra de dolores musculares, sobre todo los más mayores. Las personas jóvenes lo soportan mejor, pero cuando se pasa de los 50 años son frecuentes las dolencias de artrosis en la columna al cambiar de almohada.

En los últimos años se han puesto de moda las almohadas cervicales, especialmente diseñadas para prevenir y mejorar dolores y molestias cervicales provocadas por malas posturas durante el sueño. Suelen ser de espuma con forma de corazón que sirven para dar soporte al cuello y a la cabeza. La base es plana pero la superficie superior tiene dos curvas exteriores con mayor grado de dureza y una zona blanda central. La utilización de estas almohadas se reduce a quienes duermen boca arriba porque evitan que se mueva el cuello y aparezcan así los dolores. Existen diferentes factores que determinan la calidad y precio de una almohada, como el tipo y la cantidad de relleno o la tela de la funda. El relleno es necesario para el confort y soporte, ya que determina la firmeza de la almohada.

En cuanto a la tela de la funda, ésta debe ser suave y absorbente. Las almohadas rellenas de fibras naturales requieren una funda de algodón 100% para una mayor circulación de aire. Además deben tener una alta cantidad de hilos para prevenir que se filtren pequeñas partes del plumón a través de ésta.

En relación al cuidado de la almohada, se recomienda que las elaboradas de fibras naturales tienen que utilizar tanto la funda como un cobertor/protector. El uso de este protector evitará tener que lavarla más a menudo, lo que incrementará la vida de la misma. Deben de lavarse en la lavadora o en seco por lo menos una vez al año.

Las almohadas de fibras sintéticas se tienen que lavar a máquina ocasionalmente, cuando estén perdiendo su forma o estén aplastadas. El agua tiene que estar tibia y se les deja secar a baja temperatura hasta que estén completamente secas.

Por otro lado, las almohadas deben reemplazarse cuando la tela de la funda comience a mostrar señales del uso o la almohada pierda su forma y soporte. Si la misma tiene manchas, hoyos, despide olores indeseables o está perdiendo su relleno, es tiempo de cambiarla.

Soñar borra malos recuerdos

Un estudio de la Universidad de California (EE UU) publicado en la revista Current Biology revela que, mientras soñamos, la química cerebral vinculada al estrés se desactiva (desciende la norepinefrina) y el cerebro puede procesar las experiencias emocionales para “borrar” o “suavizar” las emociones dolorosas o desagradables almacenadas en la memoria. Así se deduce en una serie de experimentos realizados por los investigadores usando resonancia magnética. Según los autores del estudio, el hallazgo ofrece una nueva e interesante explicación a por qué soñamos.

“La fase del sueño en la que hay actividad onírica –es decir, en la que soñamos-, está basada en un composición neuroquímica diferente, y nos proporciona una forma de terapia, un bálsamo que elimina los ‘bordes afilados’ de las experiencias emocionales vividas durante el día”, afirma Matthew Walker, neurocientífico de la Universidad de California en Berkeley. Esta fase del sueño, más conocida como REM (siglas en inglés de Movimientos Oculares Rápidos), ocupa el 20% del tiempo de descanso de una persona sana.

 

En su estudio, Walker y sus colegas trabajaron con 35 sujetos a los que se mostraron imágenes emocionales a diferentes horas del día. Los experimentos revelaron que las imágenes que se veían por la mañana, tras dormir, tenían una respuesta emocional mucho menos intensa. Concretamente detectaron una notable reducción en la reacción de la amígdala, estructura cerebral que procesa las emociones, dejando a la corteza prefrontal “racional” tomar el control de la respuesta emocional de los sujetos. “Después de dormir las experiencias del día anterior han reducido su carga emocional; nos sentimos mejor con ellas, nos sentimos capaces de afrontarlas”, explica Walker.

 

Aunque los seres humanos pasamos aproximadamente un tercio de nuestras vidas durmiendo, aún no existe una explicación científica clara sobre la función fisiológica del sueño. Walker y su equipo apuntan a que una respuesta a este misterio podría venir de la estrecha relación entre aprendizaje, memoria y regulación emocional. Además, aseguran que los patrones del sueño REM pueden verse interrumpidos en trastornos por estrés postraumático o depresión, lo que dificultaría la recuperación psicológica de estas personas.

 

Y nos hace ver las cosas de otro color  

 

Un reciente estudio estadounidense revela que, después de dormir una media de 7,7 horas, vemos los colores que nos rodean tal como son. Sin embargo, a medida que avanza el día y aumentan las horas de vigilia, nuestra percepción de los colores cambia, y percibimos el gris neutro como ligeramente verdoso o ligeramente rosado, en función de la persona y su estado de ánimo.

 

“Pasar horas despiertos nos hace clasificar progresivamente colores neutros como si tuvieran un tono de color, mientras que dormir nos devuelve a la neutralidad en las percepciones”, explica Bhavin Sheth, investigador de la Universidad de Houston en Texas, que ha presentado sus conclusiones en la conferencia SLEEP 2010, que celebra cada año la Asociación Americana de Medicina del Sueño.